La mente es como una vasija de la que emanan ideas con tendencia a crear sistemas sólidos que terminan convirtiéndose en estructuras estancadas, recuerda a un volcán en erupción. Al mantenerse dentro de sus límites, se tornan tóxicas. Todo lo que hemos aprendido, que permanece en nosotros y que repetimos sin ser comprendido y desarrollado, se hace venenoso.
Hay ideas trastornadas, prejuicios, que de mente a mente invaden el mundo. Cuando queremos comunicarnos con una persona y sentimos que su espíritu no transcurre libre, debemos adaptamos a sus límites, no luchando contra ella sino más bien regateando, equilibrándonos en sus rígidas estructuras. Para poder escuchar hay que acallar los sistemas que se aferran a nuestro intelecto, con una mente abierta, sin contradecir, detener la crítica, la discusión.
«No tengo nada que perder cuando te escucho, sólo debo recibirte, digerir tus palabras y luego ver cuál es la enseñanza que tu sistema me aporta, aun cuando sea diferente de lo que yo creo. Te acojo con tus imperfecciones, te dejo entrar en mí, mis oídos se convierten en órganos de creación, como un horno alquímico. Todo cuanto me dices es una semilla que se hunde en mi mente, magma puro donde crece el loto que oculta un diamante en su corola …»
Comentarios
Publicar un comentario