Los humanos buenos


Entre las herejías medievales emerge, sin duda, como una de las más significativas,la herejía cátara o albigense. Sin otra relación que la nominal con los katharoi novacianos de la Roma del siglo III, el catarismo medieval hunde sus raices en el mundo esenio, (movimiento judío establecido probablemente desde mediados del siglo II, algunos les atribuyen la autoríía de los manuscritos del Mar Muerto) y a través de los gnósticos, neoplatónicos y maniqueos de los primeros siglos cristianos.


El dualismo cátaro defiende la existencia de dos Principios Supremos: el del Bien, creador de los espíritus, y el del Mal, creador de la materia. Este es el dualismo absoluto profesado en el sur de Francia e igual al de los bogomiles búlgaros y albaneses, aunque en ciertas ciudades de Italia (Concorezzo, Bagnolo) tuvo una forma mitigada, con un ángel caído, Lucifer, subordinado al Principio del Bien. A partir de esta dualidad, el cátaro admite un mundo de mezcla en el que las almas celestes, seducidas por el Principio o ángel del Mal, se encuentran aprisionadas por la materia de la que no podrán salir, sino a través de sucesivas purificaciones -una como alquimia del ser- en una incesante reencarnación. Para los cátaros no había un infierno distinto de esta cautividad de la materia y admitían la salvación universal con el fin del mundo.

Este proceso secular de liberación de la materia no se encuentra en todos los hombres en el mismo estadio. En algunos, los perfectos, el espíritu o parte superior del ser humano que quedó en los cielos en el momento de la caída, se ha adueñado de nuevo del alma. Con la muerte, libre ya el alma del cuerpo material, será arrastrada por el espíritu al reino celeste del Bien, en donde se revestirá del cuerpo espiritual y glorioso que perdiera en su descenso a este mundo.


Los Perfectos, como eran conocidos, aparecieron en el Este de Europa (Bulgaria), como consecuencia de la degradaciòn y codicia de la Iglesia Catòlica, gobernada ya entonces por el Papa. Cualquiera que no aceptara la autoridad de la Iglesia y obrara conforme a sus preceptos, era declarado hereje y condenado a la hoguera. Los càtaros no sòlo enseñaron las antiguas tradiciones, sino que rechazaron los Sacramentos eclesiàsticos, incluso el matrimonio.

Los Puros, fueron muy populares entre el pueblo debido a su intachable conducta, y su compasión. Los Càtaros se dividieron en dos categorías:

Los Adeptos, tambièn conocidos como “Anònimos Superiores”, los cuales se pensaba que eran entidades espirituales encarnadas para una misiòn especìfica en ese momento. Despegados de lo mundano, tenìan fama de poderosos sanadores, que insuflaban el Espìritu Santo. Como portadores de la Gran Tradición, la enseñanza de los Càtaros estaba adelantada a su època. Como viajeros multidimensionales, su propòsito era demostrar el poder del Amor, el perdòn, la integridad y la tolerancia. Los Maestros iniciados dominaban el arte de “leer luz”. En la tradición oculta, leer luz significa dominar la Energìa, la capacidad de Ser y Actuar fuera de la ilusiòn del Tiempo, leyendo los archivos Akàsicos y por lo tanto permanecer en profunda confianza y desapego. “Como Cristo, ellos sanaban el cuerpo a travès de la sanaciòn del Alma”.

Los Discípulos o alumnos, que disfrutaban de todas las facetas de la vida humana, incluida la sexualidad y la procreación. Todos los Càtaros eran vegetarianos.

Mientras Europa vivìa en un sistema feudal, padeciendo la inmensa mayoria de las gentes miseria y hambre, los Càtaros enseñaban sobre la abolición de los castos y su verdadero valor. Los Càtaros creìan en la reencarnación, la Astrología y celebraban los Equinoccios. Sabìan que el Universo es energía vibración y Amor y esta analogía de los rituales de iniciación con los Egipcios o los Masones; simbolizaba la muerte del Ego y el renacimiento al camino de la iniciación. El discipulo era colocado en una habitación y era confrontado con sus propios demonios y sombras subconscientes, durante 3 dìas. Luego, el discipulo estaba listo para entrar en el camino de la iluminación.

Los Càtaros, conscientes de las Leyes de Dualidad, fueron adeptos en la transmutación de la Oscuridad a travès del Amor y la Pureza.

El hombre luchaba en una victoria divina ante la ignorancia (ausencia de luz-oscuridad) y el diablo (ausencia de amor-miedo).

También fueron maestros de Tantra. Transmutando la sexualidad a travès del Amor y el Espíritu, en forma de herramienta para la iluminación. Los iniciados o Puros, eran célibes. Los demás podían disfrutar la vida y participar en la belleza de la procreación. Sin embargo, el Amor debía ser elevado a nivel de sacramento, como camino para salir de la dualidad hacia un viaje multidimensional (la pràctica del verdadero tantra, permite la experiencia en pareja de estados de conciencia que son muy difíciles de conseguir en un mundo de 3ª dimensión)..Los Càtaros, practicaban la retención del esperma, asociada a una técnica respiratoria y energética.

Esos Perfectos o Bons Hommes no poseían bienes propios ni tenían comercio sexual alguno. Se abstenían de carne y lacticinios. No podían jurar ni ir a la guerra. Iban vestidos de negro (en tiempo de persecución sustituido por un cordón de lino o lana bajo la ropa) y vivían en comunidad, hombres y mujeres.
Pero no todos los cátaros alcanzaban ese grado. La mayoría, los Creyentes, no han recibido aún el espíritu y -salvo que lo hagan antes de la muerte- habrán de pasar por sucesivas reencarnaciones. Les está permitido el matrimonio y aun el amor libre (mejor que aquél, ya que el matrimonio supone la institucionalización de la relación sexual -la régularisation de la débauche, en frase de Guiraud- ordenaba a la perpetuación de la materia). Pueden comer carne y tener bienes propios, aunque les están vedados el juramento y el matar animales, posibles receptáculos de reencarnación. Todos en general condenaban la pena de muerte.


En cuanto a Cristo, los cátaros sostenían que hasta su venida la Humanidad había estado bajo el imperio de Satán (Principio del Mal), al que atribuían incluso la personificación de Jehovah en el Antiguo Testamento. Sin embargo, no consideraban a Cristo como Dios, sino como un eón emanado y adoptado por Dios como Hijo y venido al mundo a través del seno de María para enseñar a los hombres el valor del espíritu y el camino de la liberación de la materia, sin misión expiatoria alguna, sino puramente didáctica y ejemplar. El no podía ser contaminado por la materia: su cuerpo era aparente o fantasmal y por tanto no había sufrido ni muerto realmente en la Cruz -sino sólo simbólicamente- ni resucitado corporalmente. De acuerdo con su Cristología, la Iglesia católica, con sus sacramentos materiales, su culto visible -cruces, imágenes y ornamentos- y su organización externa, era para los cátaros la gran Babilonia, la cortesana, la basílica del diablo y sinagoga de Satán.


La tradición ocultista sostiene que la noche antes de que Montsegur cayera en manos de los cruzados cristianos que la sitiaban, cuatro hombres se descolgaron y descendieron por las escarpadas paredes de la montaña sobre la que se levanta la fortaleza llevando consigo al tesoro cátaro, el cual pusieron a salvo. De hecho, esta misma tradición asegura que durante el proceso al que se sometió a los cátaros supervivientes, uno de ellos, llamado Imbert de Salas, declaró que el tesoro que los cátaros habían estado custodiando en Montsegur había sido llevado a buen recaudo.

De hecho hay quien sostiene que en los documentos sobre el proceso custodiados en Carcasona consta que cuatro cátaros se escaparon de Montségur la noche antes de la toma de la fortaleza llevando consigo el llamado "tesoro cátaro". Aquellos cuatro hombres al parecer descendieron por la parte norte de la fortaleza, la más escarpada y peligrosa de todas.

Pero ¿qué o cual era el tesoro cátaro? realmente no lo sabemos pero, como decía anteriormente, unos cuantos (entre ellos, y quizás el más relevante, Otto Rahn) sostienen que el Santo Grial es el descendiente directo de Jesús, fruto de la unión entre Jesús y María Magdalena y a quien custodiaban los Puros cátaros frente a las fuerzas de la Iglesia. Una Iglesia que se había desviado de los postulados de Jesús y que, conociendo la existencia de un descendiente de Cristo, no sólo lo había ocultado durante siglos sino que, además, querría acabar con él para silenciar su existencia definitivamente.

Así, en 1209 un ejército formado por treinta mil caballeros y soldados de infantería partió con dirección al Languedoc francés sobre el que cayeron como una plaga. Las cosechas fueron quemadas, los pueblos destruidos y sus habitantes pasados a cuchillo ya fueran hombres, niños o mujeres. Solo en la ciudad de Beziers murieron quince mil personas muchas de las cuales se habían refugiado en la Iglesia; un oficial preguntó al representante del papa cómo podría distinguir a los herejes de los verdaderos creyentes y la respuesta fue "mátalos a todos. Dios reconocerá a los suyos". El mismo resentante papal dirigió una misiva a Inocencio III en la que le refería que "no se había respetado la edad, el sexo, ni la condición social". Esto nos da una idea de la brutalidad con la que se emplearon las fuerzas de la Iglesia.

Esta guerra que duró casi cuarenta años es conocida como "cruzada contra los albigenses" y es que, realmente se trató de una cruzada convocada por el papa en la que los combatientes llevaban una cruz en sus vestiduras y recibían las mismas recompensas que los cruzados que luchaban en tierra santa. Y ¿porqué tanto empeño en luchar contra los cátaros, en lanzar un poderoso ejército contra ellos para eliminarlos, literalmente hablando, de la faz de la tierra? La respuesta nos vuelve a situar, frente por frente, con el Santo Grial.

El acto fundamental de la vida cátara recibía el nombre de Consolamentum o comunicación del Espíritu Consolador (Paráclito) -junto con el individual dejado en el cielo cuando la caída-. El acto consistía en la imposición de manos de un Perfecto, por la que el Creyente -hombre o mujer- alcanzaba el grado de Perfecto. Desde ese momento el Espíritu se adueñaba de su alma y en él lo veneraban los demás creyentes mediante el melioramentum o genuflexión, besando el suelo y pidiendo la bendición. Los creyentes que no se sentían con fuerzas para llegar a Perfectos hacían, sin embargo, con frecuencia la convenentia convenensa o pacto de recibir el Consolamentum antes de morir.

Esta recepción dio lugar tardíamente a la endura o suicidio voluntario pasivo, institución denigrada por los adversarios del catarismo pero sin la difusión que algunos suponen ni el significado que se le dio. Practicada por los enfermos graves que habían recibido el Consolamentum, tuvo más bien algo del nirvana budista o del estoicismo clásico, o aun si se quiere de la huelga de hambre de nuestros días, y era algo perfectamente concordante con el espíritu de liberación de la materia propio del catarismo. 






Comentarios

  1. Interesante artículo.

    Nosotros hemos asociado el tesoro cátaro como la técnica para la sublimación de los instintos y la generación del embrión aúreo.

    Reciba nuestro cordial saludo.

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