Vibración

Todo vibra, somos interrelaciones de energía, La materia vibra, el universo es energía pura. La energía se percibe de distintas maneras: a través de los sentidos físicos (olfativa, visual, táctil, auditiva) o a través de un conocimiento interior. En el humano existen distintos niveles vibracionales y esto es debido a que nuestros pensamientos afectan a la masa de energía creando la realidad.
Cuando una persona vive en baja frecuencia, va a sintonizar con otros seres humanos que están en esa baja frecuencia, que se cruzarán en nuestro camino para enseñarnos. El azar no existe, no te pasan las cosas porque traes mala suerte o porque se te olvidó cargar tu amuleto que te protege de las “malas energías” u olvidaste tus oraciones o porque interiorizaste poco las lecciones del buda antes de salir de casa... Vivimos en un cosmos, regido por leyes. Tú eres responsable de todo lo que te pasa. Si estás viviendo con pensamientos de venganza,… de autocompasión... de ira, de agravios entonces, estas propenso a sintonizar con otra persona que maneje tu misma frecuencia y el encuentro con esa persona puede llevarte a situaciones nada gratas… riñas, accidentes, gritos de ofensa y malas palabras, pérdida… Es obvio que en este estado no es conveniente que busques una pareja, porque sintonizarás con una persona en tu misma baja frecuencia y la relación solo te traerá problemas y decepciones.
En el otro extremo está el humano que sintoniza con alta frecuencia que sintonizas cuando tu mente se posiciona en el aquí ahora, cuando has sido agradecido, cuando no te preocupas por el futuro, cuando haces un trabajo interior honrado, -“conócete a ti mismo y conocerás el universo” dice el proverbio griego – esa es la clave y fundamento del trabajo interno, encuentra tu “propósito de vida”.
Cuando no te enfadas. Es común en nuestra naturaleza humana sentir a cada momento placer o rechazo hacia las cosas, cuando éstas nos gustan las abrazamos inmediatamente y buscamos que no terminen, que dure su fragancia para así alimentar nuestro ego y deseos. Pero cuando las cosas no nos gustan la reacción será totalmente opuesta, buscaremos deshacernos de ello, separarnos del objeto que nos crea tal desagradable sensación. Continuamente nos movemos en este círculo de afectos y desafectos y es frecuente que nos enfademos ante un sentimiento de frustración, es decir, cuando algo nos molesta intensamente o no es lo que en principio deseábamos. Por ello nuestro Ser nos invita a no caer en la trampa del ego que nos fuerza a dejarnos llevar por un sentimiento negativo de frustración. Tu mente la tienes ocupada en actividades creativas, estudias, realizas una actividad artística… Tus emociones son de alegría, entusiasmo por lo que haces, de amor, de aceptación… Y tu espíritu lo nutres con agradecimiento al universo, a dios a tu maestro interior, a tu ángel o como quieras llamarlo por lo que te ha dado, proteges y cuidas tu planeta, eres cordial y respetuoso con los seres humanos que tratas, eres bondadoso, caritativo, humilde…
¿De qué sirve preocuparse? El mismo prefijo (‘pre’) nos indica que hacemos algo ‘antes de’ tiempo y que por lo tanto no es realizado en el momento adecuado. Si te preocupas, forzosamente dejarás de ocuparte de lo que realmente importa: este momento. Vivirás proyectando tu mente hacia algo que no existe, que no está aquí, y ello le generará gran ansiedad e incertidumbre. El motivo de las preocupaciones es la búsqueda de seguridad, algo que hacemos a cada momento. Siempre que la mente actúa busca preservarse a sí misma, sentirse segura. El momento presente no es de la mente sino de la conciencia. La mente es la que proyecta el ego, la yosoidad, la autocomplacencia. Si te preocupas, dejarás de lado lo que eres. Justo radica en encontrar el término medio en todo. No preocuparse no significa “despreocuparse” de una forma radical, lo cual nos invalidaría en gran medida nuestra capacidad de desenvolvernos ante el mundo. 
Un exceso de preocupación, como una total carencia, es, como en todo en la vida, lo que hay que subsanar. Poco a poco, a partir de este término medio o vía media de las cosas, nos daremos cuenta de que debemos empezar a confiar en el mundo tal como es; ayer, hoy y mañana las cosas han estado, están y estarán como deben estar. No carguemos con el peso desproporcionado de querer hacer todas las cosas dependientes de nuestras acciones, al preocuparnos nos instalamos esa idea: “tengo que hacer esto, es muy importante, si no…” Y eso es demasiado. Hemos de soltar la carga que acostumbramos a llevar a cuestas y aprender a confiar en la vida, a dejarnos llevar por su flujo incesante y natural y caminar con ella en armonía. 
No te preocupes, porque el mañana no existe, y aquello que te preocupa, como es lógico, tampoco existe. Vive tu vida, tu vida siempre es tu vida suceda lo que suceda, si confías en ella, y sientes agradecimiento por experimentar lo que haya de suceder hoy será lo mejor para ti en todo momento.
Sentir gratitud por las cosas que recibimos es sin duda la más humilde huella de nuestra virtud. Si miramos la vida en toda su amplitud transparente nos daremos cuenta sin esfuerzo alguno que todo es un continuo recibir: recibimos el aliento de la respiración, la vista, el olfato, las emociones, un amanecer, las resonancias con los demás. Estamos hechos como una vasija, preparada para recibir el agua que la va llenando. Sin duda, hay otra cara de la moneda, una reciprocidad inherente; pues tras la recepción se halla la entrega, y viceversa. Recibimos el aire en la inspiración y lo devolvemos a la Tierra, en la exhalación. Ser agradecido es también algo natural, algo que hacemos a cada momento, la mayoría de las veces inconscientemente, al devolver el aire que hemos recogido: cuando este acto lo volvemos consciente la gratitud se convierte en sentimiento de amor. Dar es recibir. La capacidad de ser agradecidos es un don maravilloso, pues lo que hacemos es amar lo que tenemos, sentir interiormente la fortuna de este amor que recibimos, ya sea en un abrazo, una palabra de consuelo, un favor inolvidable, es decir, las cosas cotidianas de la vida, esos detalles que nos enseñan a abrirnos a recibir el amor. A menudo damos las gracias como una fórmula de cortesía sin pararnos a pensar o a sentir el valor de recibir tales muestras de afecto o consideración. Ser agradecidos, sentir la gracia, el maravilloso don de estar vivos, de tener la oportunidad de amar y entregar a otros nuestro amor, nos sincroniza con el sentido primigenio de nuestro sentir: dar y recibir. Amar y ser amados. Todo es uno.
Ámate a ti mismo y será Amor completo, olvidarás el tú y el yo, lo mío y lo tuyo. El amor hacia uno mismo, el auténtico y bien entendido, elimina toda frontera, toda separación, es amor total, compasivo, en continua entrega de igual a igual. 
Lo importante del amor no es el objeto hacia el que va dirigido ese amor sino el Amor mismo.


Comentarios