Venus y Adonis


Uno de los mitos más conocidos y con mayor frecuencia utilizado por poetas y pintores es el desgraciado amor de Venus y Adonis.
Era Adonis el fruto de los incestuosos amores de la princesa asiria Mirra con su propio padre. En castigo fue metamorfoseada en el árbol que lleva su nombre, productor de la olorosa goma. El nacimiento de Adonis es uno de tantos que existen en forma fabulosa en mitología, pues cuenta que el parto se verificó rajándose el tronco del árbol, saliendo así a la luz del día Adonis.
El joven creció y fue adquiriendo espléndida belleza y Venus no tardó en descubrir al muchacho y se enamoró ardientemente de él. En el la pintura de Annibal Carracci, nos la presenta accidentalmente herida por su hijo Cupido con una flecha, desencadenando así su pasión por Adonis.

Para ocultarle de la mirada de los dioses y de las mujeres le escondió en un cofre que llevó a los dominios de Perséfone, diosa de los infiernos y ésta, curiosa por conocer el contenido del arca la abrió descubriendo al bello Adonis. Ambas diosas se lo disputaron fieramente, acudiendo por fin a Zeus-Júpiter para que resolviera a cual de ellas debía pertenecer. El soberano del Olimpo dictó su veredicto: Adonis debería pasar cuatro meses del año con Venus, otros cuatro meses con Perséfone y los restantes a su voluntad. Adonis agregó sus cuatro meses libres a los que de modo obligado debía conceder a Venus.
La felicidad de los amantes parecía asegurada, pero no contaban con los celos de Ares-Marte, ex amante de la diosa.
Un día en que Adonis siguiendo su afición a la caza partió a ella pese a los ruegos de Venus, rodeado de sus perros, fue atacado por un enorme jabalí que Ares puso en su camino y pese a su valerosa lucha con la fiera fue despedazado por ella.


De su sangre Venus hizo brotar la flor de la anémona. En recurdo de tan trágica muerte se celebraban las Adonías, fiestas rituales en las cuales las mujeres vestidas de luto, se entregaban a lamentos y desesperaciones.
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Tiziano eligió para su cuadro del Prado el momento en que el disputado Adonis, con su lanza en la diestra, en la mano izquierda atados sus perros, parte para la caza pese al desesperado abrazo con que Venus intenta detenerle


Veronés trata el mismo asunto que se acaba de relatar, la diferencia entre ambos cuadros consiste en que Tiziano representa a Adonis en el momento de partir a la caza sin atender a los ruegos de Venus. Veronés, por el contrario, un Adonis más corpulento reposa fatigado, tendido, aunque en dificil postura con la cabeza apoyada en el regazo de Venus y todo el cuadro posee una luz plateada diferente a los dorados matices de Tiziano.



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