Arrogancia

Quizá lo que escribo suena a arrogante cuando lo que pretendo ante todo con mis publicaciones en el blog es una especie de catarsis liberadora, de exposición de mi transformación interior.
Creo que arrogante es abandonarse uno mismo a la suerte que le pueda venir del exterior.
Arrogante es jugar a ser una víctima, un niño indefenso expuesto a las inclemencias de la sociedad que son muchas y dejarse llevar por la "cultura de la queja" que tanto malestar crea en este mundo y no tomar responsabilidad de la baja vibración tanto para uno como para los demás que supone estas acciones - reacciones.
Arrogante es destruirnos a nosotros mismos tratando de alcanzar algo inalcanzable afuera.
Arrogante es no mostrarse tal y como uno es, si no con el disfraz o la máscara del ego, en forma de juicios, opiniones, falsa piedad, doble moral, complacencia con la humanidad tradicional y todo solo para encajar en esta sociedad enferma y recibir su aprobación.
Los humanos sufren constantemente porque tienen una idea de cómo las cosas, los demás tienen que ser. Tienen una idea de que es lo apropiado y qué es lo inapropiado. Y tienen una idea de cómo sus parejas, los miembros de su familia, sus jefes (todos)se tienen que comportar para que ellos sean felices.
Son incapaces de adaptarse a los constantes cambios en su universo y, en lugar de rendirse a cada momento y darse cuenta de que la situación externa cambia todo el tiempo, tienden a tomar todo en forma personal y a percibirlo como inapropiado o carente de cuidado o de respeto.
Estamos tan apegados a la aprobación, al apoyo y al comportamiento de todos fuera de nosotros que, cuando eso cambia, nosotros sufrimos.
Arrogante es el juicio, menosprecio, el desdén y por supuesto el odio a otros humanos por su color, religión o preferencia sexuales.
Arrogante es la supresión de la sensibilidad natural por temor a demostrar debilidad y ser dañado.
La conducta humana "normal" creo que es muy arrogante, es pequeña, ridícula, empaquetada, envuelta en un "vistoso" papel de regalo, buscando desesperadamente una excusa de los demás hacia nosotros que nos haga "felices". Aunque esa felicidad apenas dure puesto que no parte de nuestro verdadero Ser. No queremos tomar responsabilidades. Es mucho más fácil culpar al afuera. Es mucho más fácil culpar a los políticos, culpar a las religiones, culpar a la polución, culpar a nuestros jefes. Es mucho más fácil ponerlo todo fuera. Porque eso es lo que hemos hecho toda nuestra vida.
Así, pues, podemos cambiar a nuestros políticos, podemos cambiar nuestra religión, podemos cambiar nuestra experiencia objetiva eternamente. Pero, en realidad, nunca nada va a cambiar. Porque, en verdad, el afuera es sólo un espejo de nuestro propio descontento.


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