Apolo persiguiendo a Dafne


Este es uno de los episodios más conocidos entre las leyendas referentes a Apolo y sus numerosos devaneos amorosos. Cuenta la leyenda que Apolo quiso competir con Eros en el arte de lanzar flechas. A Eros, le molestó tanto la arrogancia de Apolo que, ideó vengarse de él y para ello le disparó una flecha de oro, que causaba un amor inmediato a quien hiriere. También hirió a la ninfa Dafne con una flecha de plomo, que causaba el rechazo amoroso. Así que un día que Dafne paseaba por los bordes del río Peneo, lugar sembrado de laureles, sucedió que fue vista por Apolo e imediatamente sintió un deseo irrefrenable por ella y con su fogosidad acostumbrada pretendió conseguirla, pero Dafne herida por la flecha de plomo era digna imitadora de la diosa Artemisa, tanto en lo referente a su afición a las correrías por bosques y prados y a la caza, como su decidido amor a la castidad.
Por ello al verse acosada por Apolo emprendió rápida carrera seguida por el dios, quien procuraba tranquilizarla con dulces palabras sin lograr detener a la fugitiva. Hubo un momento en que el cansancio hizo que casi pudiera Apolo darla alcance, pero al borde de la desesperación Dafne aferrándose fuerte al suelo exckanó: "¡Oh, Tierra madre ayúdame, presérvame y sálvame!". 
La invocada Tierra acudió en su auxilio y abriéndose bajo sus pies formó un hoyo en el que quedó Dafne ligada al suelo, conviertiéndose en diversas partes de un árbol: sus cabellos en hojas, su cuerpo en corteza, sus brazos en ramas, sus pies en raíces y su cabeza en la cima del árbol. Apolo, al rodearlo con sus brazos, aún podo notar el latir del corazón de la ninfa convertida en laurel. Emocionado el dios, consagró desde entonces al laurel para coronar la frente de los poetas y los triunfadores.



Jan Van Eyck en su pintura perteneciente a la colección del Museo del Prado ha dado forma a la fábula presentando a una Dafne de preciosa figura, muy juvenil, vistiendo ligeramente una blanca túnica que hace destacar su luminosa espalda. No ha exagerado en la metamorfosis, apuntando en el extremo de sus dedos las incipientes ramas, y en uno de sus pies, las raíces. Viste el perseguidor Apolo manto rojo y lleva colgada la aljaba.





Antonio del Pollaiuolo, pintor de la escuela de Florencia en la segunda mitad del siglo XV, sigue el relato mítico pero viste a sus personajes con trajes a la moda florentina de su tiempo y les da el aspecto idealizado en este movimiento. El paisaje reflejado en el cuadro es probablemente el valle del río Arno, en las afueras de Florencia. Lo de incluir paisajes locales es un rasgo de los pintores del renacimiento.Esta pintura, por su pequeño tamaño y forma, pudo formar parte de una puerta o ser la tapadera de un cofre.







Como pintor romántico y neoclásico, a William WaterhouseWaterhouse le gustaba la temática de corte medievalista fantástico y aqui tenemos a su Apolo y Dafne de 1.908





Gian Lorenzo Bernini Apolo y Dafne, 1622-1625. Este grupo escultórico Bernini se muestra como el maestro indiscutible de la escultura barroca no sólo en Italia sino en toda Europa, como un virtuoso en el tratamiento del mármol, renunciando al bloque único característico de la escultura renacentista, así como un genio a la hora de representar la emoción y el movimiento.










A Dafne ya los brazos le crecían,
y en luengos ramos vueltos se mostraba;
en verdes hojas vi que se tornaban
los cabellos que el oro oscurecían.

De áspera corteza se cubrían
los tiernos miembros, que aún bullendo estaban:
los blancos pies en tierra se hincaban,
y en torcidas raíces se volvían.

Aquel que fue la causa de tal daño,
a fuerza de llorar, crecer hacía
este árbol que con lágrimas regaba.

¡Oh miserable estado! ¡oh mal tamaño!
¡Que con llorarla crezca cada día
la causa y la razón porque lloraba!

Soneto XIII 
Garcilaso de la Vega
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"Tras vos, un alquimista va corriendo,
Dafne, que llaman Sol, ¿y vos tan cruda?
Vos os volvéis murciégalo sin duda,
pues vais del Sol y de la luz huyendo.

Él os quiere gozar, a lo que entiendo,
si os coge en esta selva tosca y ruda:
su aljaba suena, está su bolsa muda;
el perro, pues no ladra, está muriendo.
Buhonero de signos y planetas,
viene haciendo ademanes y figuras,
cargado de bochornos y cometas."

A Dafne, huyendo de Apolo
Francisco de Quevedo

Apolo y Dafne Francesco Albani (1615-1620 Museo de Louvre)

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