Nativos animistas

Pese a haber sido cristianizados a partir del siglo XVII, han subsistido muchos elementos de las creencias originales indias, que eran muy ricas y variadas.

Los indios sentían un gran respeto por la naturaleza. Eran animistas y hacían ofrendas a la madre tierra. Los ritos y las ceremonias tenían que conciliarse con las fuerzas de la naturaleza, como la lluvia o el sol. En materia divina, aunque compartían una vaga idea genérica de un Dios Creador o "Gran Espíritu", al que cada tribu daba su propio nombre, cada pueblo tenía su propio punto de vista de la vida espiritual, que solía estar estrechamente ligado a su entorno.

Casi todos los pueblos compartían la creencia de que todas las cosas, incluso la tierra, tienen alma. En consecuencia, todo está unido y emparentado con lo sagrado. Para los indios norteamericanos, las fronteras entre el mundo real y el de los espíritus no estaban claramente definidas, pues les separaba un "tercer mundo" de transición. Por regla general, rehuían el contacto con ese mundo espiritual y sólo contactaban con él en casos de necesidad, por lo común a través de los sueños y las visiones.

Los indígenas americanos creían que el alma de los difuntos viajaba a otra parte del Universo, donde disfrutaba de una existencia placentera mientras desarrollaba las actividades cotidianas. El alma de las personas desdichadas o perversas vagaba por los alrededores de sus antiguas viviendas, provocando desgracias. Los antepasados que habitan en el reino de los espíritus habían dado su vida por los que ahora están vivos; por ese motivo, estos debían respetar a sus muertos y a sus parientes vivos, así como cuidarse mutuamente para poder sobrevivir.
Aunque había muchos mitos sobre el origen del mundo, el más común era el de una tortuga que extrajo barro de las profundidades. Sobre ese barro sopló un coyote, y lo modeló hasta darle la forma de la Tierra.

Las prácticas religiosas no eran monopolio de un clero propiamente dicho. El chamán o hechicero estaba a cargo de la lectura e interpretación de los signos sobrenaturales contenidos en los sueños y visiones, conseguidos gracias a los ayunos y la ingesta de drogas, principalmente peyote, pero el contacto de los fieles con sus dioses era, por lo común, directo.


Los indios desconfiaban de los sacerdotes cristianos, raros personajes vestidos extrañamente de negro que hacían la promesa de vida eterna. Aunque el Dios cristiano era compatible con muchas creencias indias, no entendían cómo el cielo cristiano estaba tan lejos y era imposible internarse en él si no se moría, cosa que los indios podían hacer más fácilmente a través de visiones y sueños. Las enseñanzas cristianas se basaban en un libro que los nativos no entendían y con imágenes muy lejanas para ellos. Tampoco entendían cómo era posible que la religión cristiana dijese muy poco sobre la naturaleza. Al principio, los colonos obligaban a los indios a practicar la liturgia cristiana e, incluso, los indios de Nueva Inglaterra fueron perseguidos y matados por pescar y cazar los días de guardar, por utilizar medicina india o por casarse al margen de la Iglesia..

El culto al "Gran Misterio" era silencioso, solitario, libre de cualquier búsqueda egoísta. Era silencioso porque toda palabra necesariamente es débil e imperfecta; por lo tanto, las almas de mis ancestros ascendían hacia Dios en una adoración sin palabras. Era solitario porque creían que él está más cerca de nosotros en la soledad, y no había sacerdotes autorizados para intervenir entre un hombre y su Creador. Nadie podía exhortar, confesar o entrometerse de manera alguna en la experiencia religiosa de otro. Entre nosotros, todos los hombres fueron creados como hijos de Dios y se paraban erguidos, conscientes de su divinidad. Nuestra fe no podía ser concebida en credos ni forzada en quien no estuviera dispuesto a recibirla. En consecuencia, no había prédica, proselitismo ni persecución, y tampoco había mofadores ni ateos.

No había templos ni santuarios entre nosotros, excepto los de la naturaleza. ¡El Indio consideraría sacrilegio construir una casa para Él, con quien podía encontrarse cara a cara en los pasillos misteriosos y sombríos del bosque primitivo, o en el soleado regazo de las praderas virginales, sobre las vertiginosas cúspides de roca desnuda, y allá a lo lejos, en la enjoyada bóveda del cielo nocturno! Él, que se viste a Sí mismo con delgados velos de nubes ahí en la orilla del mundo visible donde nuestro Bisabuelo Sol enciende su fogata vespertina; Él, que navega sobre el viento inclemente del norte, o infunde Su espíritu suavemente sobre los aromáticos aires del sur, cuya canoa de guerra es lanzada sobre ríos majestuosos y mares tierra adentro 
¡Él no necesita una catedral inferior! 

Al Indio le encantaba simpatizar y experimentar una comunión espiritual con sus hermanos del reino animal, cuyas mudas almas tenían según él algo de la pureza impecable que le atribuimos al niño inocente e irresponsable. Tenía fe en los instintos de los animales, como en una sabiduría misteriosa dada desde lo alto. Y aunque aceptaba humildemente el sacrificio supuestamente voluntario de sus cuerpos para preservar el propio, rendía homenaje a sus espíritus mediante rezos y ofrendas prescritas.
"Lo que les sucede a los animales, también les sucede a los hombres. Eso lo sabemos muy bien. Todo está unido entre sí, como la sangre que une a una misma familia. Todo está unido. Lo que acaece a la Tierra, les acaece, también, a los hijos de la Tierra".

La actitud del Indio hacia la muerte, prueba y trasfondo de la vida, es enteramente compatible con su carácter y filosofía. La muerte no guarda terror para él; la encara con sencillez y perfecta calma, buscando sólo un fin honorable como su último regalo para su familia y sus descendientes. Por ende corteja la muerte en la batalla. Por otro lado, consideraría una desgracia ser muerto en una disputa privada. Si uno está muriendo en casa, es costumbre llevar su cama al exterior conforme se acerca el fin, para que su espíritu pueda marcharse bajo cielo abierto.

Muchos Indios creían que uno podía nacer más de una vez, y había algunos que afirmaban tener pleno conocimiento de una encarnación pasada. También había quienes sostenían pláticas con algún "espíritu gemelo" nacido en otra tribu o raza.

En las largas noches de invierno los cazadores indios se reunían alrededor del fuego para escuchar las tradiciones históricas, las leyendas... y consejos que les habían transmitido sus padres y los padres de sus padres:

Levántate con el sol para orar. Ora sol@. Ora frecuentemente. El Gran Espíritu oirá, ciertamente, si le hablas.

Sé tolerante con aquéllos que han perdido el camino. La ignorancia, la presunción, la ira, los celos y la codicia, provienen de un alma perdida. Ora para que ellos encuentren guía.

Búscate a ti mismo, por tus propios medios. No permitas que otros hagan tu camino por ti. Es tu senda, y sólo tuya. Otros pueden caminar contigo, pero nadie puede caminar tu senda por ti.

Trata a los huéspedes en tu casa con mucha consideración. Sírveles la mejor comida, dales la mejor cama y trátalos con respeto y honor.

No tomes lo que no es tuyo, sea de una persona, una comunidad, de la selva o de una cultura. No fue dado ni ganado. No es tuyo.

Respeta todas las cosas que están sobre esta tierra, sean personas o plantas.

Honra los pensamientos, deseos y palabras de todas las personas. Nunca los irrumpas, ni te burles de ellos, ni los imites de manera grosera. Permite a cada persona el derecho a su expresión personal.

Nunca hables de los demás de mala manera. La energía negativa que pones en el universo se multiplicará cuando retorne a ti.

Todas las personas cometen errores. Y todos los errores pueden ser perdonados.

Malos pensamientos causan enfermedad a la mente, al cuerpo y al espíritu. Practica el optimismo.

La naturaleza no es para nosotros. Es parte de nosotros. Ella es parte de tu familia del mundo.

Los niños son las semillas de nuestro futuro. Siembra amor en sus corazones y riégalos con sabiduría y lecciones de vida. Cuando crezcan dales espacio para crecer.

Evita herir los corazones de los demás. El veneno de tu sufrimiento retornará a ti.

Sé veraz todo el tiempo. La honestidad es la prueba de la voluntad de uno en este universo.

Consérvate balanceado. Tu persona Mental, tu persona Espiritual, tu persona Emocional, y tu persona Física: todas tienen la necesidad de ser fuertes, puras y saludables. Ejercita al cuerpo para fortalecer la mente. Crece mucho espiritualmente para curar enfermedades emocionales.

Toma decisiones conscientes acerca de quién serás y acerca de cómo reaccionarás. Sé responsable por tus propios actos.

Respeta la privacidad y el espacio personal de los demás. No toques la propiedad personal de los demás, especialmente los objetos sagrados y los objetos religiosos. Esto está prohibido.

Sé verdadero ante ti mismo primero que todo. No puedes nutrir y ayudar a otros si no puedes nutrirte y ayudarte a ti mismo primero.

Respeta las creencias religiosas de los demás. No impongas en los demás tus propias creencias.

Comparte tu buena fortuna con los demás. Participa en la caridad.





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