Hacer algo diferente


Érase una vez un individuo que se llamaba Tú. Tú y casi todos los que contigo convivían pensaban de la misma manera: “La gente nace, crece, hace cosas que no le gusta mayor parte de su vida, envejece, se jubila y muere” 


¿De verdad tiene que ser así siempre o podría ser muy distinto? solías pensar a menudo. 

El tal Tú acabó por resignarse, pues dedujo que su existencia era atribuible a un proceso superior, tal vez kármico , en el que no tenía ni voz ni voto. 

Por otra parte te dabas cuenta de que dentro de ti pulsaba una fuerza superior y tan poderosa era esa fuerza, que aunque aletargada, te permitía percibir siquiera durante décimas de segundo que las cosas podrían ser muy diferentes. Te daba a entender que la salud, la riqueza, el amor y la amistad eran partes integrantes del ser humano, que todos nosotros tenemos derecho a la prosperidad, que el universo es inteligencia y abundancia, un lugar en que todo el mundo puede ganar, en el que cada cual tiene el derecho a hacer lo que le gusta y estar satisfecho por ello. 

Olvídalo, estás pensando en utopías. La existencia es dura: vivir y sufrir. Y esta faceta de ti intenta convencerte de que estas predeterminado, hasta el fin de tus días, a sufrir las limitaciones que la vida te ha impuesto hasta ese momento. 

“¿Y el libre albedrío? se defiende el Tú optimista . Somos animales con capacidad lingüística. El lenguaje no sólo crea realidad, también nos diferencia de los demás seres vivos y nos hace humanos. Toda codificación cerebral es lingüística. Y cualquier elemento y cualquier instrucción que hayan sido codificados lingüísticamente pueden ser recodificados lingüísticamente. 

El conflicto permanece. Con esta ambigüedad de conceptos conviven en el interior del individuo dos personalidades antagónicas. 

El personaje Tú, analiza su existencia y llega a la conclusión de que el futuro es tan sólo una repetición del pasado. Y aquí te tenemos, resignado a ese futuro, caminando cabizbajo, con los hombros caídos, encogidos en una postura que da a entender al mundo, con esa expresión hundida, quién ha resultado perdedor en este juego mortal. 

Un día estabas Tú paseando pensando en estas cuestiones cuando en el suelo, frente a ti, ves en el suelo un billete de 10 euros. Sin dudarlo coges el billete, le das la vuelta en un gesto casi automático y ves escrito con letras bien visibles: 

SI SIGUES HACIENDO LO QUE SIEMPRE HAS HECHO, CONSEGUIRÁS LO QUE SIEMPRE HAS CONSEGUIDO. 
SI PRETENDES OBTENER ALGO DIFERENTE, DEBES EMPEZAR A HACER ALGO DIFERENTE. 

Y reaccionas a aquello con un comentario crítico: “Cómo es posible que alguien se dedique a escribir en un billete? Tu mente crítica toma nota de lo que acaba de pensar y se olvida del contenido del mensaje. 

La mente consciente siempre se queda en la superficie, Tu mente subconsciente puede captar los diferentes tipos de pensamientos y si se utiliza de la manera más apropiada, entonces se puede lograr maravillas. La mente consciente y subconsciente están siempre entrelazadas en una relación simbiótica, pero la mente subconsciente siempre está escondida debajo de la superficie, y se pasa por alto a menudo. Si es así, entonces Tú tienes que centrarte en el cambio de tu subconsciente, aunque los resultados deseados aún pueden estar lejos de Tu alcance. La razón para esto podría ser la negatividad que pudiera residir en ti, consciente o inconscientemente. 

Cambiar tu mente subconsciente se puede hacer mediante la reprogramación del Tú, y lo haces mediante la incorporación de las afirmaciones positivas en Tu mente para generar una mente distinta, mejor, con más pensamientos y acciones positivas en ti. 

Así que deja de identificarte con ella, Tú tienes capacidad de darte cuenta y tomar conciencia de la cosas, pero para ello necesitas del silencio de la mente como herramienta de trabajo, sin el no puede funcionar bien.


Comentarios