El amor es alta vibración


«El amor no conquista todas las cosas, pero sí las pone en su debido lugar.» 

El amor, si se lo toma seriamente, es un punto de vista radical, una importante desviación de la orientación psicológica que rige el mundo. Es amenazador. 

Para muchas personas, Dios es una idea aterradora cuando no absurda. Pedirle ayuda no parece un gran consuelo si pensamos que es algo externo a nosotros, o que es caprichoso, o que nos juzga. Pero Dios es amor, y habita dentro de nosotros, significa que somos extensiones de su amor. No nos damos cuenta que tenemos un problema de identidad, pensamos que somos los autores de Dios, en vez de darnos cuenta de que Él es nuestro autor. En vez de aceptar que somos los seres de amor que El creó, hemos pensado con arrogancia que éramos capaces de crearnos a nosotros mismos y después crear a Dios. Nos hemos hecho un Dios a nuestra imagen. Como nosotros somos coléricos o juzgamos, le hemos proyectado a EEl esas características. Pero Dios sigue siendo quien es, y siempre será́ la energía, el pensamiento del amor incondicional. El no puede pensar con cólera ni juzgar. Es la misericordia, la compasión y la aceptación total. Pero nos olvidamos de ello, y después nos olvidamos de quienes somos nosotros mismos. 

Para renunciar a un sistema de pensamiento basado en el miedo y aceptar el cambio a un sistema de pensamiento basado en el amor, no puedo decir que mi mente sea un ejemplo de percepción sagrada. Ciertamente, no pretenderé́ siempre tener una visión desde el amor de todas las situaciones de mi vida, al menos no inmediatamente. Sin embargo, una cosa que tengo muy clara es que, cuando lo consigo, mi vida funciona maravillosamente bien. Y en el caso contrario, parece que me bloqueo que no avanzo, que no crezco. 

Entregarse a Dios significa entregarse al amor. Esta es una visión muy difícil de alcanzar cuando se cree que la entrega es algo que se hace cuando se ha perdido la guerra. La entrega es pasiva, y por ello pensamos que es una debilidad. Pero en un sentido espiritual la pasividad es fortaleza, es la única manera de equilibrar mi ira, mi agresividad. La agresividad no es mala; en muchos sentidos, es nuestra creatividad. Pero la mente que está separada de Dios se olvida de consultar con el amor antes de salir al mundo. La función de la mente es tener la vivencia del amor, sin la cual no podemos actuar con sabiduría. Sin amor, nuestra actividad es ansiosa, miedosa, histérica. 

Entregarse a Dios significa relajarse y amar, sin más. Al afirmar que el amor es nuestra prioridad en una situación, realizamos el poder de Dios. Esto no es una metáfora, es la realidad. Literalmente, usamos nuestra mente para crear junto con EEl. Mediante una decisión mental -el reconocimiento consciente de la importancia del amor y de nuestra disposición a experimentarlo- «invocamos a un poder superior». Dejamos a un lado nuestras pautas mentales normales, regidas por el hábito, la costumbre, la tradición y las reemplazamos por un modo de percepción diferente, más benévola. Eso es lo que significa dejar que un poder mayor que nosotros dirija nuestra vida. 

Una vez llegados al punto donde nos damos cuenta que Dios es amor, no es demasiado difícil entender que seguirle no significa otra cosa que seguir los dictados del amor. El obstáculo con que nos enfrentamos ahora es la cuestión de si es prudente o no seguir al amor. La pregunta ya no es «¿Qué es Dios?», sino «¿Qué es el amor?». 

El amor es energía producida por alta vibración. Tal vez no lo podamos percibir con nuestros sentidos físicos, pero generalmente la gente puede decir cuando lo siente y cuando no. Son muy pocas las personas que sienten suficiente amor en su vida. El mundo se ha convertido en un lugar bastante falto de amor. Ni siquiera podemos imaginarnos un mundo donde todos nos amaramos siempre los unos a los otros. No habría guerras porque no nos pelearíamos. No habría leyes porque todos seríamos justos con los otros. No habría hambre porque nos alimentaríamos los unos a los otros. No existiría el desastre ambiental porque nos amaríamos demasiado para destruirnos, a nosotros mismos, a nuestros hijos y a nuestro planeta. No habría prejuicios, racismo, orgullo, opresión ni violencia de ninguna clase. No habría dolor. Solamente habría paz. 

La mayoría de nosotros somos personas violentas, no necesariamente en el sentido físico, sino en el emocional. Nos han educado en un mundo que no pone el amor por delante; y donde el amor está ausente, se instala el miedo. El miedo es al amor lo que la oscuridad es a la luz. Es una ausencia terrible de aquello que necesitamos para sobrevivir. El miedo es la raíz de todo mal. Es el problema del mundo. 

Cuando los bebés no reciben caricias, pueden volverse autistas, e incluso se pueden morir. Se acepta que los niños necesitan amor; pero, a qué edad se supone que dejamos de necesitarlo? Nunca. Necesitamos amor para vivir felices, tanto como necesitamos oxígeno para sobrevivir. Sin amor, la verdad es que el mundo no es un gran lugar donde vivir.


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