Conflictos en la mente que el ego no puede gestionar



En cualquier momento de nuestra vida en que se presentan claramente dos o más alternativas, si llevamos mucho tiempo sujetando nuestra realidad interior con pinzas suele ocurrir que: todas las voces interiores se alzan para dar su opinión intentando sobrepasarse una a la otra y creándose un ruido interno que el ego sencillamente no puede detener, gestionar, ni mucho menos comprender. Es un infierno que nos puede afectar a todos.

Cuando ésto ocurre la persona se siente en principio confundida. Pero pronto empieza a sentir la imperiosa necesidad de acallar este ruido, inconsciente de que por mucho que lo intente éste no se detendrá hasta que consiga tomar una decisión, y comienza a acumular ira y angustia. Pero no es fácil acallar estas voces sin poder escuchar las opciones dentro de uno mismo y con esa imperiosa necesidad de escapar que puede llegar a ser profundamente perjudicial, en cuanto tarde demasiado en aclararse.


Un ejemplo de una mujer en medio de un proceso de separación por el cual estaba a punto de dejar a su marido:

"No había otro hombre, y se trataba de un matrimonio que otros idealizaban. Mientras fue ella sola la que consideraba separarse, podía oir los muchos puntos de vista que competían entre sí de una manera más o menos racional. Pero cuando dijo a su marido lo que estaba reflexionando y dejó de sopesar cada aspecto de la cuestión, estallo el caos interno. Decía que se sentía como si "tuviera una lavadora funcionando dentro de mi cabeza" o como si "estuviera dentro de ella fustigada por el quemazón de la ira y el desasosiego de la angustia". Aspectos de sí misma reaccionaban alarmados y atemorizados a lo que constituía una decisión auténtica, aunque llena de riesgos". 

Por supuesto hay métodos para detener esta lavadora, en lo que puede ser un proceso angustioso a mediano o largo plazo. Y no existe ninguna garantía de que la persona pueda salir de el al menos rápidamente, porque su ego está implicado y es quien debe moderar este conflicto. Pero un psicólogo sabe y reconoce que es un proceso interior complejo y que el paciente debe encontrar el camino para acallar estas voces, y desea guiar a la persona este proceso.

El método Reiki lo detiene sin más: en una sola sesión de pronto todas las voces se acallan y en los entre cuarenta y cincuenta minutos que dura una sesión normal, se puede ver una persona diferente sentándose en la camilla con una sonrisa ausente por el descanso que le proporciona entre otras sensaciones, el silencio interior que se produce repentinamente.

Maestros de Reiki dicen que el noventa por ciento de sus pacientes que han pasado por sus consultas, en mayor o menor medida e indican que tras acallarse las temibles discusiones internas, se reconoce la voz que representa sus verdaderas necesidades y cuando esto se asienta las capas que cubrían al verdadero yo, al yo profundo, comienzan a disolverse en la nada como si nunca hubieran existido y emerge el verdadero individuo, se fortalece la autoestima, y se consigue comprender cuán al alcance de la mano está la felicidad.


(Nota: cuando hablo de felicidad ni por un momento me refiero a "euforia". Me refiero a homogeneidad energética, a paz interior, a claridad de objetivos, a definición clara de las necesidades y emociones, y a una aceptación absoluta de la propia "sombra").


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