Ira venenosa


Piensa en el mal que se te ha hecho como si se tratara de una mordedura de serpiente. Cuando te muerde una serpiente, son dos las fuentes de dolor. Una es la mordedura en sí, y ahí no hay vuelta atrás. Ocurrió, dolió y tienes la señal que lo demuestra. Partes entonces de ahí y aprendes a eludir a las serpientes en tu vida. La segunda fuente de dolor es el veneno que circula ahora por tu organismo. Este es el que mata.

Nadie ha muerto nunca de una mordedura de serpiente, lo fatal es el posterior ataque por parte del veneno que circula por el cuerpo. Lo mismo ocurre con el odio y con el perdón. El hecho ocurrió. No puedes hacer marcha atrás en tu mundo físico. Pero lo que mata son el odio y la ira que siguen circulando por tu organismo como si fueran veneno, mucho después de que la herida de la mordedura haya sanado y desaparecido. Tú, y sólo tú, tienes el poder de expulsar este veneno de tu cuerpo, el que siga presente dentro de ti es elección tuya.«No serás castigado por tu ira, pero la ira te castigará»


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