El Yo Interno


Cuando pronuncias las palabras «Yo me he dicho a mí mismo», haces referencia a dos seres: el «yo» se refiere a tu yo invisible (el pensamiento); «mí mismo» se refiere a tu yo físico, que tiene nombre, domicilio y número de la seguridad social. Cuando «tú» te llamas «a ti mismo» culpable, es el «tú» invisible que juzga a tu «yo» visible.

Ésta es la relación que está en movimiento a lo largo de todos tus días aquí en la Tierra.

Tu objetivo es verte a ti mismo como un ser espiritual con experiencia humana y desarrollar un esquema mental capaz de crear realidad mágica en tu vida. Debes intentar eliminar la dicotomía existente entre tu yo invisible y tu yo físico, entre el «yo» y el «mí» de «yo me he dicho a mí mismo». Si te consideras desgraciado, como tal  te comportarás. No hay otro camino. Si te consideras una persona fuerte, cariñosa, sensible y capaz de cometer errores, actuarás consiguientemente.

El ejercicio de la meditación, la mente observada ayuda a soportar las penas y desgracias con valor. Nuestra existencia nos lleva a experimentar la tristeza para que podamos reconocer la felicidad. necesitamos de lo negro para reconocer lo blanco, necesitamos del hambre para reconocer la saciedad, necesitamos de la carencia afectiva para reconocer la felicidad de amar. Pero ¿somos agradecidos por aquello que recibimos?  Normalmente nos olvidamos de agradecer por todo lo bueno que recibimos, nos quejamos, sí, nos quejamos mucho por aquello que no tenemos. Normalmente el Yo interior agradece, pero el Ego no. 
El Ego es el otro yo, o sea, es un yo imaginario, creado  a imagen y semejanza de los demás.

El Ego se mira en los otros, ya que ha sido creado en nosotros por el ambiente, por la sociedad en que vivimos, por los padres y por los familiares, por los maestros que nos han rodeado cuando niños. Es a través de esas personas como construimos el Ego. Son ellos, los que nos rodean, los que entreveran nuestra mente de modelos para que nos sirvan de espejo. El Ego nos es útil, forma parte de nuestra personalidad y no podemos prescindir de él, pues vivimos en una sociedad y tenemos que estar insertos en ella, mirándonos y adecuándonos a ella,  todo nuestro comportamiento está moldeado y da como resultado nuestro Ego. Así, poco a poco, al crecer, construimos en nosotros una identidad, como si fuese un otro Yo, y acabamos por considerar que es ese nuestro verdadero Yo Pero el Yo interior, aquel que es alimentado por la chispa divina dentro de nosotros, este es diferente, único, no necesita espejo, no necesita reglas, recibe aliento solamente del Creador. ¡El Yo está siempre feliz!.

Muchas personas viven su vida solamente movidas por el Ego, pueden desarrollar de manera rudimentaria el Yo solamente para convertirse en ‘jefes de manada’, mejores dentro de su especie, pero difícilmente desarrollan la Conciencia del Yo Interior.

Así, cuando queremos ‘dejar de sufrir’ debemos hacer la distinción entre el sufrimiento del Ego y el dolor del Yo.  El Ego sufre porque ve a otro ser humano ‘tener’ algo que él no tiene. al Yo Interno le duele al ver sufrir a otro ser humano y sintiendo aquella pena como suya, corre para aliviar el sufrimiento ajeno.

Comentarios

  1. Esta bien no sabía xk uno uctua bien o mal

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  2. Es bueno saber que el yo interno es bueno,pero ya lo sabía y el conectar con el yo interno es fácil si sabes escuchar té

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