Libre de procesos psicofísicos, que siempre son fluidos e impermanentes, potencia en la quietud, interior lúcido e inquebrantable.
Pasos que modifican, calma profunda, claridad y reposo activo.
Transformación hacia el eje de equilibro, confluencia entre lo humano y lo divino, hacia aquello en donde cesa el ego, la avidez, la aversión y el autoengaño.
Morir mientras estamos vivos, cesar de acumular en la memoria luchas, frascos de veneno que a veces es la vida, unir al experimentador y lo experimentado rechazar el tiempo psicológico, sin desorden, aceptando la sagrada luz que hay en uno mismo, el lugar donde percibimos la verdad.
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