El Condicionamiento



Católico o comunista, musulmán o maoísta, jainista o judío da igual, todos son iguales. Por supuesto, los católicos condicionan a las personas de un modo más sistemático, más científico que los hindúes. Han desarrollado una gran destreza para condicionar a la gente. Pero todas las religiones lo hacen en mayor o menor medida, a su manera todas las sociedades lo hacen; todo el mundo está condicionado.

El condicionamiento empieza en el momento en que naces, desde tu primer aliento; es inevitable. Los padres te condicionan, los niños con los que juegas te condicionan, los vecinos, la escuela, la iglesia y el estado te condicionan. Conscientemente, no existe tanto condicionamiento, pero inconscientemente el niño va acumulándolo cada vez más. El niño aprende imitando. Así que no debes preocuparte. Es una situación habitual en el mundo: todo el mundo está condicionado. Y todo el mundo tiene que salir del condicionamiento. Es complicado. No es como quitarse la ropa, es como quitarse la piel. Es duro, arduo, porque nos hemos identificado con nuestro condicionamiento. Sólo nos conocemos como católicos, como comunistas, hindúes, musulmanes, cristianos. Y el mayor miedo a renunciar al condicionamiento es el miedo a tener una crisis de identidad...

Es difícil abandonar el condicionamiento porque es todo tu pasado, tu mente, tu ego y todo lo que eres. Pero si estás preparado, si eres valiente, si tienes agallas es posible, no es imposible. ...Le ha ocurrido a mucha gente. Hazte parte de este acontecimiento, no seas un espectador. únete al baile'


Mi invitación es para todo el mundo, mi invitación es incondicional. 

Puedes renunciar a todos los condicionamientos porque te han sido impuestos desde el exterior, y como te han sido impuestos desde el exterior se pueden eliminar desde el exterior.

No te puedo dar a Dios ni te puedo dar la verdad, ni te puedo dar tu esencia profunda, pero puedo eliminar toda la basura que te han echado encima. Y cuando se haya eliminado esa basura, el Ser empezará a crecer dentro de ti. Cuando se hayan eliminado los obstáculos, el manantial de tu vida empezará a fluir, recobrarás la inocencia.

Si recobras la inocencia, recobras el paraíso; vuelves a entrar en el Jardín del Edén.

El hombre moderno sufre por el pasado; no sufre por sus pecados como te dicen los supuestos predicadores religiosos. Sufres por los pecados de hace siglos..., pero ahora este asunto ha llegado a un extremo. El hombre se cae a pedazos, Hasta ahora hemos conseguido mantenernos enteros, pero ahora las cosas están llegado a un punto que o bien el hombre tiene que cambiar totalmente y cambiar su visión de la vida o tiene que suicidarse.

Si seguís el pasado, estaréis a punto de un suicidio colectivo. Y eso es lo que están intentando vuestros líderes políticos: preparando bombas atómicas, bombas de hidrógeno y superbombas de hidrógeno, apilando bomba sobre bomba. ¡Ya tienen demasiadas!
Incluso los países pobres se están incorporando a esta carrera, anhelan incorporarse, se mueren de hambre pero quieren bombas atómicas. ¡Se mueren de hambre pero quieren más poder para matar y destruir!

A vista de pájaro puedes ver que la tierra se está preparando para un suicidio colectivo, una destrucción total, una guerra global. Y recuerda de nuevo que esto no tiene nada que ver con el hombre moderno como tal.

El hombre moderno sólo es una víctima del pasado. Los sacerdotes siguen diciendo que hay algo que está mal en el hombre moderno y siguen alabando el pasado.


¡El hombre moderno es un resultado del pasado! Cristiano, musulmán, hindú, budista.... todas las culturas han contribuido a esta situación. Son responsables de esto. El hombre estará sentenciado a menos que estas culturas desaparezcan, a menos que abandonemos este pasado patológico y comencemos de cero a vivir en el presente, sin ideas de perfección, sin ideales, sin deberes, sin mandamientos


Uno de los problemas que tiene que encarar todo ser humano es el mundo en el que ha nacido. Su ser y las intenciones del mundo no van a la par. El mundo quiere que sea útil, que sea un esclavo, que sea utilizado por los que tienen poder. Y naturalmente, el hombre está resentido por esto. Quiere ser él mismo. El mundo no le permite a nadie ser lo que se supone que es por naturaleza. El mundo intenta amoldar a todas las personas a su conveniencia: útil, eficiente, obediente, pero nunca rebelde ni afirmándose, ni declarando su propia individualidad, sino siendo servil, casi como un robot. El mundo no quiere que seáis seres humanos, quiere que seáis máquinas eficientes. Cuanto más eficientes sois, más respetables, más honorables. Y esto es el origen del problema. Nadie nace para ser una máquina. Es una humillación, una degradación; es quitarle al hombre su orgullo y su dignidad, destruirlo como ser espiritual y reducirlo a una entidad mecánica. En consecuencia, todos los niños empiezan a cerrarse desde el principio, cuando se dan cuenta de las intenciones de la sociedad, de los padres, de la familia, del sistema educativo, de la nación y de la religión. Se empiezan a volver defensivos a consecuencia del miedo, porque se tienen que enfrentar a una fuerza tremenda. Son tan pequeños y frágiles, tan vulnerables, tan indefensos, tan dependientes de las mismas personas de las que se tienen que defender. El problema se complica más aún porque el niño se tiene que defender de las personas que creen que le quieren. Y probablemente no estén mintiendo. Las intenciones son buenas pero carecen de conciencia; están totalmente dormidos. No saben que son marionetas en manos de una fuerza ciega que se llama sociedad, todas las instituciones y los intereses creados juntos.

El niño se enfrenta a un dilema. Tiene que luchar contra los que ama, y además cree que le aman. Pero lo curioso es que la gente que le quiere, no le quiere tal como es. Le dicen: «Te queremos, sí, te queremos, pero sólo si sigues nuestro camino, si sigues nuestra religión, si te vuelves obediente como nosotros.»

Si te vuelves parte de este extenso mecanismo, donde vas a vivir el resto de tu vida.... no tendrá sentido luchar contra él porque te aplastará. Es más sensato rendirse y aprender a decir sí, te guste o no. Reprime tu no. Se espera que digas sí a todo en cualquier condición, en todas las situaciones. El «no» está prohibido. «No» es el pecado original. La desobediencia es el pecado original, y después la sociedad se toma la revancha con creces. Esto provoca un gran miedo en el niño. Todo su ser quiere afirmar su potencial. Quiere ser él mismo porque si no fuera por esto, la vida no tendría sentido. A menos que lo haga no será feliz, no estará alegre, satisfecho, contento. No se sentirá cómodo, siempre estará dividido. Habrá una parte de su ser, la más intrínseca, que siempre estará hambrienta, sedienta, frustrada, incompleta. Pero estas fuerzas son enormes y es muy arriesgado luchar contra ellas.

Naturalmente, poco a poco, todo niño aprende a defenderse, a protegerse. Cierra todas las puertas de su ser. No se expone a nadie, empieza a fingir. Comienza a ser un actor. Actúa según las órdenes que le dan. Si surgen dudas, las reprime. Si su naturaleza se quiere afirmar, se reprime. Si su inteligencia le dice: «No está bien, ¿qué estás haciendo?», renuncia a ser inteligente. Es más prudente ser un retrasado, no ser inteligente. Cualquier cosa que te enfrente a los intereses creados es peligrosa.

Y es arriesgado abrirte, incluso a las personas más próximas. Por eso todo el mundo se ha cerrado.

Nadie abre los pétalos sin miedo, corno una flor.

Estamos viviendo con los pétalos cerrados, con miedo de hacernos vulnerables si los abrimos. De modo que todo el mundo usa escudos de todo tipo, te escudas incluso detrás de la amistad. Parecerá contradictorio, porque la amistad significa estar abierto el uno al otro, compartir vuestros secretos, compartir vuestros corazones. Todo el mundo vive lleno de contradicciones, La gente utiliza la amistad, el amor y la oración para escudarse. Cuando quieren llorar, no pueden; sonríen, porque la sonrisa es un escudo. Cuando no quieren llorar, lloran, porque en determinadas ocasiones las lágrimas pueden actuar de escudo. Nuestra risa sólo es un movimiento con los labios, y tras ella escondemos la verdad: nuestras lágrimas.

Toda la sociedad se ha desarrollado en torno a una idea que básicamente es hipócrita. Tienes que ser lo que los demás quieren que seas, no lo que eres. Por eso todo se vuelve falso, ficticio. Mantienes la distancia incluso en la amistad. Permites a los demás que se acerquen sólo hasta un cierto punto. Si alguien se acerca demasiado quizá pueda ver detrás de tu máscara. 0 quizá se dé cuenta de que no es tu cara sino sólo una máscara, y tu cara está detrás. En el mundo que hemos estado viviendo hasta ahora todas las personas han sido mentirosas y falsas. 

Mi visión del nuevo hombre es la de un rebelde, la de un hombre que está buscando su ser original, su rostro original. Un hombre que está preparado para renunciar a todas las máscaras, todas las pretensiones, todas las hipocresías, y mostrarle al mundo quién es en realidad. No importa que te amen o te critiquen, te respeten, te honren o te difamen, que te coronen o te crucifiquen; porque la mayor bendición que hay en la existencia es ser tú mismo. Aunque te crucifiquen, tú seguirás estando satisfecho e inmensamente complacido. Un hombre de verdad, un hombre sincero, un hombre que conoce el amor y la compasión y que comprende que la gente está ciega, inconsciente, dormida, espiritualmente dormida... Hacen las cosas medio dormidos. Has estado condicionado durante tanto tiempo, tantos años, toda tu vida, que deshacerte del condicionamiento también te llevará un tiempo. Te han cargado con toda clase de ideas falsas, mentiras. Te llevará un tiempo renunciar a ellas, reconocer que son falsas y ficticias. En realidad, en cuanto te das cuenta de que algo es falso no es difícil renunciar a ello. Cuando reconoces lo falso como falso se cae por su propio peso. Basta simplemente con reconocerlo. Se rompe tu conexión, tu identidad. Y cuando desaparece lo falso, aparece lo verdadero con toda su novedad, toda su belleza, porque la sinceridad es belleza, la honestidad es belleza, la autenticidad es belleza. Simplemente ser tú mismo es ser bello.

Tu conciencia, entendimiento y valentía de que estás decidido a encontrarte y tu compromiso con esto disolverá todos los rostros falsos que te han sido adjudicados por los demás. Ellos también son inconscientes (tus padres, tus profesores), no te enfades con ellos. También son víctimas como tú. Sus padres, los profesores y los sacerdotes han corrompido sus mentes; tus padres y tus profesores te han corrompido a ti. Nunca se te ha ocurrido pensar que fuese incorrecto lo que te enseñaban tus padres

(que te quieren), tus profesores o tus sacerdotes. Pero es incorrecto y ha creado un mundo incorrecto.

Es totalmente incorrecto. Y la prueba se extiende a lo largo de toda la historia: las guerras los crímenes, las violaciones...

Millones de personas han sido asesinadas, degolladas y quemadas vivas en nombre de la religión,
en nombre de Dios, de la libertad, de la democracia, en nombre del comunismo; bellos nombres. Pero lo que sucedió al amparo de esos bellos nombres es tan desagradable que un día el hombre mirará a la historia como si fuese la historia de la locura, no la de una humanidad sana.

Las religiones han censurado la vida de todas las formas posibles; ¿qué puede hacer un niño si todo el mundo censura la vida? El mundo está lleno de censores. Toda esta censura le impresiona.

La desobediencia es la base del verdadero hombre religioso; la desobediencia a todos los sacerdotes, los políticos y los intereses creados. Sólo entonces podrás deshacerte de los condicionamientos.

Y cuando ya no estés condicionado, no te preguntarás cuál es el objetivo de la vida. Tu pregunta dará un giro. Te preguntarás: «¿Cómo puedo vivir con más totalidad? ¿Cómo puedo sumergirme totalmente en la vida?» Porque la vida es la finalidad de todo; de modo que no puede haber una finalidad para la vida. Pero sufres por la privación, y aparte de la muerte parece no haber nada más; la vida se te escapa de entre las manos y la muerte está cada vez más cerca. Tu vida no es más que una muerte lenta. ¿Y quién te ha hecho esto? Todos tus «benefactores», tus bienhechores, tus profetas, tus mesías, tus encarnaciones de Dios. Estas son las personas que han convertido tu vida en una muerte lenta, y han sido muy inteligentes al hacerlo. Han utilizado una estrategia muy simple: dicen que tu vida es un castigo. 


Los católicos dicen que naces con el pecado original. Entonces, ¿cómo puedes estar vivo?, sólo eres un pecador. Por tanto, la única manera de tener una vida verdadera es detener esta vida que sólo es pecado. ¿Quiénes son vuestros santos? Vuestros santos son personas que viven bajo mínimos; cuanto menos viven, más grandes son. Todos vuestros sabios viven en una pesadilla, y están predicando para que les sigáis. Su esfuerzo consiste en truncar vuestra vida en todo lo posible. Se censura la vida, el  sexo, el deseo de vivir con comodidad. Se censura disfrutar de cualquier cosa. Esto es truncar la vida. Te la van quitando poco a poco.


Te sorprenderás si te fijas en la historia de los monasterios católicos, jainistas, budistas o hindúes: es increíble que en nombre de la religión se haya tratado al ser humano de una forma tan inhumana. Todo tipo de estupideces...

El político se ve favorecido cuando estás menos vivo, porque entonces eres menos rebelde, más obediente, más convencional, más tradicional.... ya no eres un peligro. Al sacerdote también le favorece que estés menos vivo por los mismos motivos. Si estás realmente vivo serás un peligro para todo el mundo, para todos los que te intentan explotar, los parásitos. Lucharás con dientes y uñas.

Preferirías morirte antes que vivir como un esclavo, porque para una persona completamente viva incluso la muerte no es una muerte, sino la culminación de la vida. Sigue viviendo intensa y totalmente incluso en el momento de su muerte. No tiene miedo a la muerte, no le tiene miedo a nada.

Comentarios