Educando en el miedo


¿Alguna vez han pensado a los niños por qué se les educa, por qué están aprendiendo historia, matemáticas, geografía o lo que fuere? ¿Alguna vez se han preguntado por qué asisten a escuelas y colegios? ¿Acaso no es muy importante averiguar por qué se les atesta con información, con conocimientos? ¿Qué es toda la así llamada educación? los padres les envían allí, tal vez porque ellos mismos han aprobado ciertos exámenes y han obtenido diversos títulos.

No le interesa averiguar qué significa toda esta lucha, esta lucha para estudiar, para aprobar exámenes, para vivir en cierto lugar lejos de sus casas y no tener miedo, para ser hábiles en los deportes y demás? ¿No deberían sus maestros ayudarles a investigar todo esto y no a prepararlos meramente para que aprueben los exámenes?

Los chicos aprueban los exámenes porque saben que tendrán que obtener un empleo, que deberán ganarse la vida.

¿Acaso sus padres les envían lejos, a la escuela, porque en su hogar son un estorbo? Pasando los exámenes, ¿van a comprender toda la significación de la vida? Algunas personas son muy ingeniosas aprobando exámenes, pero eso no significa necesariamente que sean inteligentes. Otras, que no saben cómo aprobar los exámenes, pueden ser mucho más inteligentes; pueden ser más capaces con sus manos y pueden considerar las cosas más profundamente que la persona que sólo rellena su cabeza para aprobar los exámenes. 

Muchos chicos estudian solamente para tener un empleo y esa es toda la aspiración que tienen en la vida. Pero después de que consiguen el empleo, ¿qué sucede? Se casan, tienen hijos y por el resto de sus vidas están presos en la maquinaria, ¿no es así? Se vuelven oficinistas, abogados, policías o lo que fuere; viven en perpetua lucha con sus esposas, con sus hijos; la vida que llevan es una batalla constante hasta que mueren.

¿Acaso no lo advierte en sus familias, en sus vecinos? ¿No han notado cómo esto ocurre todo el tiempo? Casi ninguno de nosotros averigua cuál es el significado de la educación, por qué necesitan que se les eduque, por qué sus padres quieren que se les eduque, por qué se pronuncian elaborados discursos acerca de lo que se supone que la educación está haciendo en el mundo. Quizá puedan leer las obras de Bernard Shaw, quizá puedan citar a Shakespeare o Voltaire o a algún nuevo filósofo, pero si en sí mismos no son inteligentes, si no son creativos, ¿cuál es el sentido de esta educación?

¿No es, entonces, esencial tanto para los maestros como para los estudiantes descubrir cómo ser inteligentes? La educación no consiste en que sean meramente capaces de leer y de aprobar exámenes; cualquier persona lista puede hacer esto. La educación consiste en cultivar la inteligencia, ¿no es así? Por inteligencia no se entiende la astucia o el tratar de ser hábil a fin de superar a otros. La inteligencia, es algo completamente distinto. La inteligencia existe cuando no se siente temor ¿Y cuándo sienten temor? El temor surge cuando piensan en lo que la gente puede decir de ellos o en lo que podrán decir sus padres; temen ser criticados, temen ser castigados o fracasar, suspender un examen. Cuando el maestro les reprende o cuando no son populares en su clase, poco a poco se introduce furtivamente el temor.

El temor es, obviamente, una de las barreras para la inteligencia, Y la esencia misma de la educación consiste en ayudar al estudiante a tomar conciencia de las causas del temor y a comprenderlas, de modo tal que desde la infancia misma en adelante pueda vivir libre de temor.

Estamos atemorizados, nadie está libre del temor; temor a los padres, a los maestros, de lo que la gente pueda pensar, temor de lo que nos pueda deparar el futuro, temor a no ser aprobado por el grupo.

La mayoría de nosotros tiene miedo. Quizá no hayamos pensado al respecto; pero si lo hacemos advertimos que casi todos en el mundo, tanto los adultos como los niños, tienen alguna clase de temor que les corroe el corazón. ¿No es función de la educación ayudar a cada individuo a librarse del temor, de modo que pueda ser inteligente? A eso aspiramos en la escuela, lo cual significa que los propios maestros han de estar realmente libres de temor. ¿De qué sirve que los maestros hablen de no tener miedo si ellos mismos temen lo que sus vecinos podrían decir, si temen a sus esposas?

Si uno está atemorizado, no puede haber iniciativa en el sentido creativo de la palabra. Tener iniciativa en este sentido es hacer algo original, hacerlo espontáneamente, naturalmente, sin ser forzado, guiado, controlado. Es hacer algo que uno ama.

Si se siente temor, todo esto está excluido de nuestras vidas; nos volvemos insensibles y no observamos lo que ocurre alrededor. Si sientes temor estás atados por la tradición, sigues a algún líder o gurú.

Cuando están atados por la tradición, cuando temen a sus maridos o a sus esposas, pierden su dignidad como seres humanos individuales.

¿No es, entonces, tarea de la educación liberarlos del temor y no prepararlos meramente para que aprueben ciertos exámenes, por necesario que esto pueda ser? Esencialmente, profundamente, ése debe ser el propósito vital de la educación y de todos los maestros; ayudarles desde la infancia a que se liberen del temor, de modo que cuando salgan al mundo sean seres humanos inteligentes, plenos de verdadera iniciativa. La iniciativa se destruye cuando están meramente copiando, cuando están amarrados por la tradición, cuando siguen a un dirigente político o a un líder religioso. Seguir a alguien es sin duda perjudicial para la inteligencia. 

El proceso mismo de seguir crea una sensación de temor; y el temor cierra las puertas a la comprensión de la vida con todas sus extraordinarias complicaciones, sus luchas, sus sufrimientos, su pobreza, su opulencia y su belleza -la belleza de los pájaros o de la puesta del sol sobre el agua-. Cuando están atemorizados, son completamente insensibles a todo esto.

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