Acaba con la maldición familiar




Cuando uno toma conciencia de que lleva su árbol genealógico en el cuerpo y que puede expulsar el sufrimiento que esto conlleva igual que se expulsan los demonios, todo puede cambiar de golpe. Pero eso no exime de trabajar mucho en uno mismo. Trabajar el aspecto mental y el espiritual, pero también el carnal. En la carne, uno puede hacer comprender que hay que ceder… con la condición de no tener más miedo. No hace falta temer que uno se hunde hasta lo más profundo de su ser para atravesar toda la parte de su ser mal construida, todo el horror de la no conclusión de las acciones y para levantar el obstáculo del árbol genealógico que tenemos atravesado y que opone todas sus fuerzas para frenar el flujo de la vida. En este obstáculo, formado por un montón de ramas muertas, se encuentran los espectros


de los padres, los abuelos, los bisabuelos… Hace falta mucho valor y energía para enfrentarlos y decirles: "¡Basta! ¡Yo no comeré más en este plato tan sucio! ¡Ya he tenido suficiente!". ¿Es duro? Evidentemente, y sería mucho más fácil agarrarse a alguna golosina Psicológica tranquilizadora, tomar calmantes positivos y mirarse en un espejo mágico que nos diga que somos guapos y geniales… Pero, en fin, ¿el objetivo no era deshacernos de toda nuestra mierda?


Pues bien, para eso hay que trabajar duro.


Provistos de herramientas para la introspección cada vez más sofisticadas, los occidentales han empezado a descubrir que es esencial honrar a los antepasados, ¡porque forman parte de nosotros! Honrarlos puede significar varias cosas: conocerlos, analizarlos, desmontarlos, acusarlos, eliminarlos, darles las gracias, quererlos… para, al final, "ver el SER que hay en cada uno de ellos"

Comentarios