Deméter (El mito de la transformación cíclica)


Todas las tradiciones iniciáticas han contado a lo largo de la historia con centros o escuelas de Pensamiento donde se ha transmitido la iniciación a esos estados del Ser. En Occidente esos centros se propagaron por toda la cuenca mediterránea. Concretamente, en Grecia uno de esos centros sapienciales e influyentes en la historia del pensamiento tradicional de Occidente fue el santuario de Eleusis de época prehelénica, consagrado a la diosa Deméter, deidad que representó durante más de dos mil años el símbolo de la puerta de entrada a los misterios de la iniciación, y cuya energía contribuyó al esplendor de esa civilización. Venerada popularmente como deidad de la vegetación y de la agricultura (especialmente el cultivo del trigo), tanto por griegos como luego por los romanos quienes le dieron el nombre de Ceres, el santuario consagrado a la diosa Deméter fue símbolo del saber acumulado por sabios e iniciados de todas las épocas anteriores, ya que se dice que la cadena de esta enseñanza enraíza con los orígenes del mundo, antes del tiempo. A este Centro, verdadero corazón del mundo mediterráneo, pertenecieron los grandes pilares de nuestra tradición cultural, nos referimos a Pitágoras, Sócrates y Platón, a través de los cuales la ciencia arcana ha podido, aunque cada vez de modo más restringido, seguir alimentando a los hombres y mujeres de todas las épocas, incluida la nuestra ya que gracias a esos sabios la influencia espiritual-intelectual de la deidad aún no ha dejado de dar su sustento al Occidente actual.
El ritual de iniciación practicado en el templo de la diosa, en la ciudad de Eleusis, consistía en revivir el drama cósmico, representado en la historia de dos entidades de la Tierra: Deméter y su hija Perséfone, y las relaciones que éstas mantienen con otras divinidades, tanto del Cielo como del Inframundo, que también participan en el relato mítico contado en clave de tragedia. En él se narra una muerte, la de la semilla, y un renacer, el del fruto, constituyendo esta imagen el símbolo de toda generación y de todo proceso existencial tanto material, como espiritual.

The Return of Persephone (El regreso de Perséfone) Frederic Leighton, 1891.
Deméter y Perséfone, esta última conocida en épocas posteriores también como Proserpina y Coré, raptada por el dios del inframundo, Hades (Plutón), quien finalmente será su liberador; lo cual guarda una perfecta analogía con el propio ciclo de la semilla, también "secuestrada" en las entrañas de la tierra y sometida a las potencias infernales de la muerte y finalmente vuelta a la vida una vez la planta aflora. Este fenómeno que sufre todo vegetal es un símbolo que pone de manifiesto una realidad asombrosa que muestra la tenue línea que separa la vida de la muerte, por lo que el proceso vegetal universalmente ha sido considerado un suceso sagrado y misterioso que evidencia la unión que hay entre las fuerzas visibles e invisibles, ya que todas ellas necesariamente deben tomar parte en el acto de regeneración y transmutación de cualquier planta o cultivo, la lluvia, el viento, el sol y todas las demás fuerzas cooperantes del Cosmos.
Desde el punto de vista del proceso interno de Conocimiento, advertir esta realidad de concatenación y unidad con la que se expresa el Ser Universal supone recuperar un punto de vista perdido ya desde hace muchísimo tiempo para la gran mayoría, lo cual requiere una instrucción o una iniciación, es decir, hay que pasar por un proceso interno de transmutación alquímica en el transcurso del cual paulatinamente ir tomando conciencia de la sacralidad de este tipo de conocimientos.
En la transmutación por la que pasa la conciencia, el adepto iniciado, muere como la semilla, a esa condición de ignorancia o pérdida de memoria, para renacer transformado en una nueva planta (neófito) a una nueva posibilidad o a un mundo regido por la Ley de la Armonía Universal.



































Demeter Mourning for Persephone (Demetria afligiéndose por Perséfone) - Evelyn de Morgan - 1906.

Comentarios